domingo, 23 de diciembre de 2007

Entre los dos mundos de Hannah Montana


Con pop sonando a rok duro, Miley Cyrus complació a sus fans y a los que pagan las entradas La enorme popularidad de Miley Cyrus —protagonista de la exitosa teleserie Hannah Montana— quedó completamente demostrada el sábado, durante el concierto que la muchacha de 14 años ofreció en el Honda Center de Anaheim. Además de llenarse completamente, el enorme local se convirtió en un verdadero hervidero de niñas que no dejaron de gritar y celebrar cada una de las acciones de su artista favorita. Para prolongar en el estrado el doble papel de la serie, Miley se presentó en algunos momentos del show como ella misma y en otros como Hannah Montana; pero, más allá de una peluca y las diferencias de vestuario, la música fue siempre la misma: un pop comercial con tendencias celebratorias y despreocupadas, pero con algunas aristas rockeras, manifestadas sobre todo en la presencia de las guitarras eléctricas. A estas alturas del partido, la industria ha aprendido a desarrollar productos cuya ambigüedad se convierte en la excusa perfecta para su difusión entre distintos públicos; no hay que olvidar que las pequeñas que adoran a Miley/Hannah tienen que ir a los conciertos acompañadas de sus padres. Y es probable que a estos mismos padres no les moleste del todo escuchar a una artista que se supone representa al pop más blando, pero que tiene canciones que en vivo se alejan del molde electrónico y se parecen de pronto a un tema conocido de Foo Fighters (como ocurrió con Start All Over) y hasta a uno de The Clash (como lo probó la "intro" de East North Umberland High). No cabe duda de que Miley/Hannah cuenta con los recursos necesarios como para hacer un show que resulta francamente espectacular en términos de sonido, vestuario, escenografía y coreografía, y que es capaz de rodearse de músicos que saben hacer su oficio. Pero no dejó de ser sospechoso que, en algún momento de los frecuentes bailes, la letra de una canción se siguiera escuchando cuando ella tenía el micrófono completamente alejado de los labios. En este caso, pudo tratarse simplemente de que las dos coristas que la acompañaban se encargaron de dicha parte, aunque eso indicaría probablemente que Cyrus no canta todo lo que debe. Y eso es algo que se pudo notar claramente durante el cierre del concierto, cuando la adolescente salió a la tarima con una guitarra clásica para interpretar una balada acústica —I Miss You— que dejó al descubierto las escasas virtudes de una voz que, en otros momentos, contó con toda suerte de efectos y coros para escucharse de manera decente. Por otro lado, Miley no compone las canciones que canta; y es razonable cuestionar la posibilidad de que un hombre de 47 años sea realmente capaz de transmitir lo que ocurre en la vida de una adolescente contemporánea sin que el resultado no se convierta en un producto mercantil. Habría que preguntárselo quizás a Robbie Nevil, el productor, compositor y guitarrista que ha creado muchas de las canciones de Hannah Montana, y que tiene justamente esa edad.

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